lunes, 14 de octubre de 2013

No he publicado

Esta noche quisiera explicar y excusarme por no publicar últimamente, aunque quizá nadie me lea pero igual todo a se debe a la inspiración y la diarrea mental por momentos y a que tengo una especial predilección por el papel, y allí se quedan. Tengo una caligrafía espantosa y luego del extasis y la diarrea me es muy díficil leer mis jeroglificos.

Es que es muy bello, andar por ahí y disfrutar de esas pequeñas grandes sorpresas cotidianas como el ver el cielo degradandóse en muchos colores, los puestos rayados, las sonrisas que se escapan en medio de tanta agonía, los tintos que se beben mientras se contempla la monotomía de los días, el sentir el aire y creer que se puede volar, las conversaciones, las risas y los estropajos... A eso también le escribo  yo.

También a lo que a nadie le gusta ver, los habitantes de la calle que deambulan por ahí, como fantasmas cansados queriendo recorrer sus pasos nuevamente, como a las putas que veo por la ventana cuandio paso en el transmilenio por la 19 apuesto que ellas y ellos tienen tantas historias que contarnos, de eso me inspiro y me alimento, al ver a las palomas, sucias e infectadas, la basura en las calles, los niños por ahí, fumándo o aspirando boxer desde tempranisímas edades; he visto a pequeños de 7 u 8 años ya iniciados en la perdición al ver calles ambiguas, y el paralelismo entre los barrios ''pupis'' de Bogotá y nuestros barrios, nuestros bellos barrios populares, los de fama insegura, en donde roban y matan estas son mis calles y todo esto invisibilisado y naturalizado para otroas también son motivo de mi inspiración, mis calles donde el transmilenio ya no llega, donde uno ve potreros atestados de basura y perritos revolcandose por ahí felices aunque hambrientos, nací en ''un ghetto'' y a él también le escribo.

Le escribo a la locura, a Dios, a la comida, a los estropajos, a las calles o a los carros, al estrés de la mañana en el transporte público, a las peleas de las ordas rabiosas contra las instituciones a punta piedra y palos, a la gleba, a la muchedumbre, a mi madre o mi vieja como le llamo, a mis compañeros de clase, a mis antinfans al hambre y a la desolación entre tantas cosas que son laxantes para mi cabeza. Aunque realmente pienso que yo no les escribo a ellos, si no que ellos me escriben a mi.

Llegaron las siete, hora de comer y tomarme un tinto, que antes no me gustaba pero ahora de alguna forma me agarran los antojos de uno de cuando en cuando. Y toda esta diarrea con fin de justificarme.

Bendiciones y buenos tintos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario