domingo, 15 de diciembre de 2013

Cafeína



Buenas noches:

Ayer me sentí tentada a hablarle de sus ojos, decirle tantas cosas que me provoca su mirada simple y peculiar,  pero no lo hice, lo sentí apresurado. Pero hoy sin más espera debo, con todo respeto y con temor de ser muy atrevida, decirle que usted tiene unos ojos muy bonitos, que es el tamaño compacto y preciso, y déjeme decirle, con toda sinceridad que adornan perfectamente su cara, que si es verdad que los ojos son la ventana del alma quiero entrar en la suya y verme en esos bellos vidrios que son sus pupilas. La cafeína me produce fuertes taticardias y dolores, además de desvelarme toda la noche y supongo que por eso que al mirarlo mi latir parece el bombo del más rápido y ágil baterista y también quedo en cama mirando al techo sin lograr unir los párpados por más de un segundo…  pero es que es con el café de sus ojos con el que estas molestias se vuelven amenas, y por esa cafeína que usted tiene en la mirada vale la pena padecer noches enteras.

No he visto fijamente sus ojos, pero si los he detallado varias veces y no sé porqué siento que ya los he visto antes, no sé si de andar por la calle o quizá en algún remoto sueño, permítame, mirarlos fijamente y saborearlos con mis pupilas, por favor, juguemos al cíclope y déjeme lentamente y de a poquitos descender a sus labios, revoltosos y gritadores de arengas, déjeme carnalizar nuestra rebeldía en un rose de labios, realizar la utopía de a mordisquitos,  es que quiero conocer con mi lengua el sabor de cada una de sus papilas, y la textura y el sabor de sus labios y que así, entre tantas de nuestras luchas y utopías, logremos consumar al menos una; Qué así la utopía arda y se consuma en un beso y en muchas miradas con sabor a café… Compañero.

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