Son las veintidós horas con cuarenta y tres minutos, especificar los
segundos ya me queda muy jodido, y estoy aquí, sentada sobre dudas y cobijada
en la nostalgia. A mi izquierda, un pocillo de tinto el cual emana vapor, con
mi mano derecha lo sostengo, y con mi índice izquierdo recorro y exploro la
geografía del borde de la misma luego lo acerco a mis labios y lo poso allí, y
allí yace unos cuantos segundo. También lo observo fijamente, su vapor, su
color y veo el reflejo de mis lentes en el y lo escudriño como si del café fueran
a supurar las respuestas o las palabras que necesito en este momento.
Hay días, tan duros, tan duros tan duros que simplemente se cargan suave, hay
días en los que se cuestiona el porque caminar o el para qué, hay días que no
son nada y lo representan todo, son días como estos, que más que grises son
azules y más que turbios son inertes y allí me encuentro, con una cabeza serena
que busca estallar y me cuestiono todo, hasta este mismo acto de intentar
escribir, ¿Para que hacerlo? Si mi léxico es infinitamente limitado y sórdido como
para siquiera por lo menos esbozar un poco de esto que vivo, de esto que me
mata pero que me recuerda que amo y estoy viva, no prometo nada, no prometo un
elaborado escrito con líricas agradables, no prometo palabras lindas y menos
puedo prometer que será fácil de leer o entendible; No quiero ser egoísta, pero
escribo por mí primeramente, porque aún no hallo forma de hablar y verbalizar
ciertas premisas, por que mi lengua me pesa y me envenena a veces.
Miro mi presente y sonrío, soy muy joven pienso a veces… No me angustio en
mirar el futuro, tengo algo trazado pero igual mi sendero lo armo al caminar, aunque
sé que Dios lo va amansando y eso me quita una gran carga entre tanto, pero yo
me pregunto ¿Por qué? Por que no es fácil cerrar los ojos y deambular como un
fantasma perdido, yo me pregunto ¿Por qué cargo pesos que los adultos no han
querido cargar? ¿Por que me siento incómoda en ciertos lugares?, lugares tan
perfectamente hechos, con sustantivos en cada pizca de cemento, pero en cada
pizca también se encuentra la ausencia de verbos, ¿Por qué lo tienen todo y
nada nunca lo han pagado? ¡No me mal interpreten ni me pinten de ningún
pigmento! Que yo sé que tener no es sinónimo de maldad, pero ellos no han
tenido que invertir lágrimas y salud, o al menos eso veo, no es que esto este mal;
yo no quiero ser como ellos, yo quiero soñar cosas surrealistas e imposibles,
yo no quiero estar encima de nadie: No quiero ver a nadie con caridad y tampoco
quiero estar debajo, no es que sea algo indigno pero no quiero que me vean de
esa manera con caridad, yo quiero compartir por amor y a cambio de sonrisas
quiero que un desconocido me abrace y me de la mano, por que sin saber su
nombre lo siento parte de mi, porque sin conocer su apellido lo siento mi
hermano.
Es bonito escribir así, uno se siente vivo y frondoso, siente amar, amar al
habitante de calle o al ñero wachiturro, amar a la puta por profesión o la niña
de ‘’moral distraída’’ amar al animal y darle besitos en su hocico, pero el
amor se alimenta de cierta proporción de odio, y francamente hay días en que
quisiera salir y asesinarlos a todos beber y vomitar su sangre. Con todos les aclaro
me refiero a esos, esos que expropiaron el amor que proclamaban como bufones,
el amor a una bandera que a la final les importa un culo, con la que se
atragantan cuando intentan tragarla y la terminan vomitando en las atriles por
que ni ellos se comen esa falacia, los que juegan como niños, con carritos de juguete
pa llevar enfermos y moribundos o con comidita y medicinas de mentiritas, los
que juegan a las vacaciones permanentes. Acá abajo, abajito no podemos jugar
acá ya no quedan niños, acá los condenaron a conocer precozmente la rabia nuestra
hambre no es de mentiritas, acá las tripas se retuercen y sueltan bramidos acá
no tenemos a nadie, sólo nos tenemos a nosotros. Estrello las paredes y me
encierro entre ellas, creo mi mundo aparte en mi interior y quisiera estar allí
siempre, estar cómodamente insensible ¡Pero no! Hay un mundo afuera que no
permite poner el tiempo en pausa ante tus ojos, y sólo me basta caminar por
unos cuantos metros de este mundo tan grande para sentirme miserable y
desgraciada pero también para sentirme inmensamente agradecida y bendecida, por
que entre tanta mierda que me ensimisma, porque entre tanta basura que me
cohíbe me siento y libre y he logrado florecer en la adversidad, no sola, eso
nunca, con la mano del que está por encima de mí y no me mira con caridad, con
el que me ama, simplemente con Él y con ustedes que me alimentan día a día, con
los que me dan la mano aunque no la toque, florezcamos juntos, que los que
florecen en la adversidad no los marchita ni la tierra árida ni el sol
ardiente.
Estos días, días como estos son cruciales, me hacen recordar que estoy viva y
que amo, y que escribo por mí primeramente como ya lo escribí anteriormente,
pero también encarno y escribo lo que alguien en la otra parte de este universo
paralelo quiere decir y no puede, escribo para no morirme, escribo porque en algún
remoto lugar alguien se sitúa soñándome, escribo porque existo y existo porque
me necesitan y me llaman, me llaman los que existen, porque los necesito y los
llamo.
Me espera algo mejor, un verdadero paraíso al terminar este viaje que llamamos
vida, llegaré a la felicidad absoluta entre pastos delicados y flores
exquisitas, pero mientras estoy por estos lares caminaré haciendo travesuras,
como plantar margaritas en los pastos de cemento.
Son las cero horas con seis minutos, prometí ser sincera y espero haberlo sido,
yo creo que sí.
(Disculpen las malas palabras e.e )
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