jueves, 25 de junio de 2015

Justificación

Aveces me  pregunto el porque escribir y el porque escribo si a la final nadie me lee, escribo por mi principalmente, para liberarme porque que el papel no me juzga, porque la escritura no es moral o inmoral, sólo es escritura. Escribo para no morirme, para aguantar la miseria y la mierda del mundo, la mierda tan maravillosa que me empuja a seguir adelante, así que esto es la justificación de porque escribo aunque a veces duele, en especial cierto texto que inicia hace casi 4 años ya y las letras siguientes son eso, su introducción y su justificación:

Escribo esto porque la vida al fin sigue su curso, el río retomo su cauce la tierra recupera su rotación común. Algunas letras vuelven a escribirse, el horizonte sigue alejándose y las historias del pasado repercuten el presente, pero se reinventan, se transforman.


Es menester remembrar las tardes naranjas y violetas, las calles, los andenes sucios en los cuales se veía morir el día mientras el futuro parecía escaparse de las manos, las canciones, las madrugadas de mirar el techo con los ojos inundados, los días de sentarse en el puesto a mirar por la ventana, las botas embarradas y la poesía en los pasillos; los poemas de Neruda, los cuentos de Wilde, las obras de Brecht, recordar la impotencia, los cuadernos, los malabares y las narices.


Remembrar los golpes, los gritos, el miedo y por el contrario también la osadía, recordar los zapatos empolvados, la cama frente a la ventana, los murales que iluminaban ciertas calles de penumbra, los significados, los compañeritos con los que se compartía la lonchera y con quienes corría en los recreos, remembrar el ''indigente'' (¡Qué palabra más fea! suena como a indigno de estar en la gente y no, nada de eso.) y los sueños del 2009, 2010, 2011, 2012, 2013 y que hasta el momento parecen seguir intactos.


Recordar las mujeres combatientes, las mentes brillantes y los magos que nunca conocieron su magia, las nostalgias, los sueños, los desgarros, los primeros pasos y las primeras letras, las violetas, las palomas, las mariposas y los juegos, las pañoletas y banderas, las bufandas y las capotas. Las clases de física, el vendedor de helados con una bebita en un cargador, el lustrabotas con tanque de oxígeno a la diestra de su banquito.


La vida sigue su curso, no podemos matarla. El hoy es un producto de los ayeres, y tampoco puedo negarlo, es necesaria la catarsis, el lapsus, los baches, las caídas, es necesario recordar para poder al fin un día con nuestras manos encausar la vida que a veces quiere desbordarse es lo que tenemos, es lo que somos; Historia, memoria, memoria beligerante.


Algún día miraré la lluvia a través de la ventana y también a las palomas grises que coincidirán en ella y oiré las canciones mientras veo los años y el amor. Por ahora es momento de abrir las ventanas y pararse erguida, dejándose fluir.




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