sábado, 27 de junio de 2015

Pacifico



Lo siguiente fueron apuntes hechos en mi reciente viaje a Guapi en el Cauca, una tierra que me llevo a entender realmente el valor del amor y los sueños, una tierra en la cual experimenté cosas hermosas: Fue mi primer acercamiento con el litoral del pacífico, fue mi primera vez en barco y en este viaje conocí el mar. Así que, les comparto mi experiencia:


Buenaventura:
‘’…en la costa del Pacífico hay un pueblo que lo llevamos
en el alma, se nos pegaron y con otros lo comparamos,
allá hay cariño, ternura, ambiente de sabrosura,
los cueros van en la sangre del pequeño
hasta el más grande.
Son niches como nosotros, de alegría siempre en el rostro.
A ti mi Buenaventura con amor te lo dedicamos. ’’
                                               
De Buenaventura usualmente nos cuentan muchas cosas, como por ejemplo que posee uno de los puertos más importantes del país, por el cual entran y salen mercancías tanto de Buenaventura como del país, nos cuentan también que es un paraíso de la salsa en el cual se baila muchísimo y se disfruta del sabor caleño. Más al llegar nos vimos confrontados con una realidad complicada y dolorosa, entre hedores de pescados e icopor nos preguntamos ¿Dónde está el paraíso? Mientras llegábamos al puerto que nos aguardaba pudimos ver casuchas hechas con palafitos, con maderas podridas que lograban que sus pisos no se empaparan tanto con el agua contaminada del río, contaminado no sólo de basura sino también de miseria. En esas humildes casuchas vimos también a los niños, desnutridos que aún con los huesos forrados bajo su negra piel contaban con unas pronunciadas panzas.

 -La panza se le pone así a uno cuando toma agua del río
-¿Y por qué toman agua del río?
-Por qué tenemos sed.[1]

Y en el puerto, ¡Qué cosa más increíble! Una variedad de afrodescendientes allí, mujeres, hombres, jóvenes, flacos, altos, bajos, viejos pero eso sí, todos muy fuertes, más de lo que pudieran parecer, sobre sus espaldas llevaban grandes cajas de mercancías, de todo tipo y de toda marca, una caja grandota, otra más pequeña, un gran arrume de cajas pero eso sí, nunca descansaban. Sólo espero que las grandes marcas como HP, Black&Decker, Avon, Dell estén muy agradecidas con ellos, ya que hacen una parte fundamental para su funcionamiento, pero a juzgar por sus casas y sus desgastados cuerpos parece que no es así y esta no es cosa que deba extrañarnos conociendo como es que se terminan enriqueciendo estas empresas, no nos queda de otra sino preguntarnos ¿Cuánto pagaran a estos hombres y mujeres fuertes? ¿Por qué esto no lo sacan en el comercial de la familia feliz a causa del consumo? Bueno, a veces es preferible que esas preguntas se queden sin respuestas, para evitar un poquito el dolor de patria.









[1] Esta conversación fue sostenida por un compañero con un niño de Guapi.

Llegué al borde del país, para darme cuenta que en todas partes se sufre, que sufren los pescados que mueren por los hombres y los hombres que mueren porque sufren por no pescar.

Vi el mar, y se derramo el mismo a través de mis ojos, vi lo que ya había visto en cada sitio que mis pies han pisado. 
La desgracia se ha expandido, la miseria es tan amplia como el mar, sufre el mar lleno de miseria, sufrimos nosotros también de una forma distinta.


Vi las casuchas hechas con maderas podridas y ahuecadas, vi los hombres y mujeres que son más fuertes de lo que parecen, vi morir la tarde, la ilusión y también vi cómo se desangró la esperanza. También vi caminar a la muerte, altiva y engreída creyendo que nos ha vencido, y por un momento parece así, parece que el egoísmo y la locura ahora dominan la tierra; Parece que la muerte ha triunfado finalmente, parece que nunca tuvimos oportunidad ante ella, lo que habíamos de perder lo perdimos hace tiempo...


Pero por favor, no me digan que no hay esperanza, no les permito que me digan que todo está perdido, no es que vaya a creerles -Eso nunca- pero necesito saber que hay otros como yo, que habemos quienes queremos seguir jugando la partida aunque desde el inicio la mano parezca estar perdida.


Tampoco les permito que hablen del pacífico de forma lastimera, no necesitamos la lastima de nadie, todos somos un mismo pueblo, olvidados y oprimidos aunque en distinta magnitud, no permito que hablen de lo que hay más allá del ancho mar para decir que todo está perdido.

La necedad nos ha parido con toda la fuerza y el dolor del desgarro de su útero, y aquí y allá seguimos siendo necios. 
No permito que hablen del Pacífico sin hablar de su gente, su alegría, su historia, sus lágrimas, su música y sus sonrisas, sí, esas que siguen fluyendo aún cuando la gente cree que todo está perdido.

Guapi:


''Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas


defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos''



 -Mario Benedetti.
Sólo cuando pise la tierra Guapireña entendí realmente el significado de ese poema y de ser maestra, al ver a los hombres que pescan y suben andamios y a los 50 ya casi no pueden andar, al ver a las mujeres que aunque flacas siguen amamantando y al ver a los niños, desnutridos y panzones pateando un balón y sintiéndose ‘’cracks’’ como Cristiano Ronaldo y Messi, ver estas cosas me inspira muchas cosas, en primera un gran afán de querer dejarlos ahí, conservando la alegría de niños y que nunca tuvieran que conocer el egoísmo, el olvido, el hambre y las otras perversidades del capital, pero eso sería irrumpir el ritmo de la vida, además estoy segura que ellos ya conocen a groso modo algunas cosas de esas.


Pero aun así les pido que no me digan que no hay esperanza,  aquí y allá seguimos siendo necios, unos queriendo ser felices cuando todo está en contra, y otros queriendo educar en medio de las trincheras, conocer Guapi significo para mi entender la necesidad de pensar históricamente, porque como dijo Eduardo Galeano: ‘’Los científicos dicen que estamos hechos de átomos pero a mí un pajarito me dijo que estamos hechos de historias’’ y es necesario recogerlas, para visibilizar, para creer y para seguir adelante en esta aguerrida defensa de la alegría, de la alegría de educar.

No podré olvidar a los niños quiénes al saber que me iba estremecieron sus caritas pidiéndome que regrese algún día regrese ni a la marimba de Don Silvino, ese viejo que a pesar de no poderse mover seguía tocando enérgicamente la marimba o las palabras de Don Nemesio Ramo que me contó cómo fue desplazado por paramilitares, una parte de mí se quedó en Guapi, y la otra promete volver, porque ese pedacito de tierra y río olvidado me recordó lo que es llorar de alegría aunque las condiciones sean adversas.

“Podrás perder mil batallas pero solamente al perder la risa habrás conocido la auténtica derrota”

 ―Ho Chi Minh






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